mercredi, juin 13, 2012

Fiestas familiares

Fiestas familiares

Óscar David López

Me preocupan mucho los eventos familiares. Aunque mi familia no tiene brazos genealógicos cercanos (tíos o abuelos), ni por lo materno ni por lo paterno, siempre están las familias políticas de mis cuñados y cuñadas. Tengo cinco hermanas y dos hermanos. Todos casados. Un total de 20 sobrinos. El alivio que sentía de niño cuando no había personajes extraños rondándome ha sido suplantado por el caos que suponen las bodas de mis sobrinos (casi mis contemporáneos) o una fiesta de 15 años. Alguien siempre aprovecha para verme como un bicho raro y arrinconar- me para decir: “Así que eres escritor. ¿Y de qué escribes? ¿De las flores? ¿De tu familia? Debes ser muy inteligente porque a mí no me gusta leer”.

El horror que siento con esas preguntas crece cuando son enunciadas por familiares políticos dignos de un episodio de Los Simpsons (especial de Halloween). Recientemente se celebró una fiesta de 15 años en mi familia. Los preparativos fueron una larga lista de superficialidades. Que si la Chata ya adelgazó, que si la Negra ya se cortó el greñero, que si el Zurdo no irá de etiqueta. Esta vez yo estaba metido en mis lecturas y en mi pro- pia superficialidad cuando vi venir a mi madre, reclamándome que me comprara un traje nuevo. Se entiende: eventos así sólo son una vez al año. Ah, las justificaciones del capitalismo y sus enamorados. No niego que me guste gastar en tonterías, pero definitivamente no lo hago en vestimenta formal.

El día de la fiesta no faltó quien se acercara para pregun- tarme sobre la muerte de Carlos Fuentes y mencionar mi muy oscura vestimenta, agregando: Es poco formal. Aunque debo de- cir que yo me sentía travestido, la camisa y la corbata no son lo mío. Reniego de lo hipster con calzador. Advertí que estas fiestas son anacrónicas: una falsa comodidad, el sueño de la riqueza y el glamour. Los invitados jóvenes y los adultos se sentían soñados porque a la entrada estaba un conductor de Vivalavi de Mul- timedios haciéndoles creer que estaban en una alfombra roja. Las fiestas de 15 años no han cambiado en quince años (tengo 30). De la pompa y los rituales del baile de las quince rosas y la última muñeca del papá inflado por la belleza de su hija, sólo noté que en lugar de mariachis llevaron una batucada.

Al llegar a casa, tras ver el discurso del poderío regiomontano repetido, con sus fiestas impagables, leí una nota a propósito de la boda de Mark Zuckerberg, fundador y dueño de Facebook. El empresario alardea de sencillez y escasa producción. Hubiera preferido asistir a la boda de Zuckerberg. No por que hubiera menos lujos, sino porque seguro no me encontraba a ninguno de mis familiares políticos. 

Junio 2012


En Residente MTY impreso, acá la Residente versión electrónica.

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