Pour Raphaël
Él dejó caer la ceniza sobre su vientre. El otro apenas respiró. Habían bebido para celebrar esos dos meses juntos. El fin. El encuentro. La noche. Las noches. La oscuridad de dos niños que se reconocen a tientas. Él exhaló el humo. El otro sintió que un fantasma lo penetraba hasta la boca del estómago. Bajaron sus miradas. Bastaba un cigarrillo para que esa despedida se convirtiera en despedida. No como las putas de película que fuman luego del orgasmo fingido. No como los vaqueros de su rancho que golpean el culo de la vaca luego de sólo hacerle unas cosquillitas. No con el amor de un volcán en erupción. No porque no quisieran ni porque lo reservaran para el último beso. Quizá en la puerta del apartamento. Quizá en el ascensor. Quizá afuera del automóvil mientras el invierno los mira con la distancia de quien enciende una fogata no para quitarse el frío si no para sentirse acompañado antes que caiga la nieve y descubra que el champán ya se ha terminado.
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