LA RECLAMANTE
Discúlpeme, Señor Presidente, pero no le doy
la mano
usted no es mi amigo. Yo
no le puedo dar la bienvenida
Usted no es bienvenido
nadie lo es.
Luz María Dávila, Villas de Salvárcar, madre de Marcos y Jose Luis Piña Dávila de 19 y 17 años de edad.
No es justo
mis muchachitos estaban en una fiesta
y los mataron.
Masacre del sábado 30 de enero en Ciudad Juárez, Chihuahua, 15 muertos
Quiero que usted se disculpe por lo que dijo
Señor Presidente, que eran pandilleros…
¡Es mentira!
Uno estaba en la prepa y otro en la UACH; no estaban en la calle,
estudiaban y trabajaban.
Porque aquí
en Ciudad Juárez, póngase en mi lugar
Villas de Salvárcar, mi espalda, mi fulmínea paradoja
hace dos años que se están cometiendo asesinatos
se están cometiendo muchas cosas
cometer es un verbo fúlgido, un radioso vértigo, un letárgico tremor
se están cometiendo muchas cosas y nadie hace algo.
Y yo sólo quiero que se haga
justicia, y no sólo para mis dos niños
los difuntos remordidos, los fulmíneos masacrados, los fúlgidos perdidos
sino para todos. Justicia.
Encarar, espetar, reclamar, echar en cara, demandar, exigir, requerir, reivindicar
¡No me diga ‘por supuesto’, haga algo!
Si a usted le hubieran matado a un hijo,
usted debajo de las piedras buscaba al asesino
debajo de las piedras, debajo de piedras, debajo de
pero como yo no tengo los recursos
limosnas para las aves, mis huesos
mi carne
de tu carne mi carne
póngase en mi lugar, póngase
mis zapatos, mis uñas, mi calosfrío estelar
no los puedo buscar porque no tengo
recursos, tengo
muertos a mis dos hijos
Byagtor: entierro a cielo abierto que significa literalmente "dar limosnas a los pájaros".
Tengo mi espalda. Mi lágrima. Mi martillo.
No tengo justicia. Póngase
en su sitio: Villas de Salvárcar, ahí
donde mataron a mis dos hijos.
Usted no es mi amigo, ésta
es la mano que no le doy, póngase
Señor Presidente
en su lugar, le doy
mi espalda
mi sed, le doy, mi calosfrío ignoto, mi remordida ternura, mis fúlgidas aves, mis muertos
Y la mujer bajita, de suéter azul, salió del salón limpiándose las lágrimas.
[textos de Luz María Dávila, Ramón López Velarde, Sandra Rodríguez Nieto y Cristina Rivera Garza]
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