samedi, février 13, 2010

A leer en la web... Este poema documental de Luz María Dávila, Ramón López Velarde, Sandra Rodríguez Nieto y Cristina Rivera Garza

LA RECLAMANTE


Discúlpeme, Señor Presidente, pero no le doy
la mano
usted no es mi amigo. Yo
no le puedo dar la bienvenida
Usted no es bienvenido
nadie lo es.

Luz María Dávila, Villas de Salvárcar, madre de Marcos y Jose Luis Piña Dávila de 19 y 17 años de edad.

No es justo
mis muchachitos estaban en una fiesta
y los mataron.

Masacre del sábado 30 de enero en Ciudad Juárez, Chihuahua, 15 muertos

Quiero que usted se disculpe por lo que dijo
Señor Presidente, que eran pandilleros…
¡Es mentira!
Uno estaba en la prepa y otro en la UACH; no estaban en la calle,
estudiaban y trabajaban.

Porque aquí
en Ciudad Juárez, póngase en mi lugar

Villas de Salvárcar, mi espalda, mi fulmínea paradoja

hace dos años que se están cometiendo asesinatos
se están cometiendo muchas cosas

cometer es un verbo fúlgido, un radioso vértigo, un letárgico tremor

se están cometiendo muchas cosas y nadie hace algo.
Y yo sólo quiero que se haga
justicia, y no sólo para mis dos niños

los difuntos remordidos, los fulmíneos masacrados, los fúlgidos perdidos

sino para todos. Justicia.

Encarar, espetar, reclamar, echar en cara, demandar, exigir, requerir, reivindicar

¡No me diga ‘por supuesto’, haga algo!
Si a usted le hubieran matado a un hijo,
usted debajo de las piedras buscaba al asesino

debajo de las piedras, debajo de piedras, debajo de

pero como yo no tengo los recursos

limosnas para las aves, mis huesos
mi carne
de tu carne mi carne

póngase en mi lugar, póngase
mis zapatos, mis uñas, mi calosfrío estelar

no los puedo buscar porque no tengo
recursos, tengo
muertos a mis dos hijos

Byagtor: entierro a cielo abierto que significa literalmente "dar limosnas a los pájaros".

Tengo mi espalda. Mi lágrima. Mi martillo.
No tengo justicia. Póngase
en su sitio: Villas de Salvárcar, ahí
donde mataron a mis dos hijos.

Usted no es mi amigo, ésta
es la mano que no le doy, póngase
Señor Presidente
en su lugar, le doy
mi espalda

mi sed, le doy, mi calosfrío ignoto, mi remordida ternura, mis fúlgidas aves, mis muertos


Y la mujer bajita, de suéter azul, salió del salón limpiándose las lágrimas.


[textos de Luz María Dávila, Ramón López Velarde, Sandra Rodríguez Nieto y Cristina Rivera Garza]

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