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Sólo me importan sus piernas de lobo.
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No creía en el Manifiesto Lolo, de Minerva Reynosa, pero ahora es otro asunto.
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Apenas leí unas cuantas páginas de Junot Díaz y me percaté que no había festejado las tremendas magnolias de mi magnolio.
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No pude leer más.
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Son sus piernas de lobo mejor que cualquier excusa para el hombre y no el hombre para el arte.
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Quiero quedarme así, empiernado, postergando el search-destroy un rato.
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Ah, las delicias del cuerpo y el búnker del amor.
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Y Anthoy And The Johnsons haciéndonos la vida apacible, delicada, efímera y sin importancia, como las magnolias doradas que caen del magnolio.
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