San Millán:
Ya me encantaría postrarme de rodillas frente a un altar con o sin imagen y saber que al hacer eso uno de mis deseos podría cumplirse.
Ya me gustaría peregrinar en una ruta ignota para alcanzar el destino donde me espera mi penitencia.
Ya necesito inventar, recitar, aprender un mantra que al repetirlo me dé tranquilidad.
Ya preciso que alguien escriba un libro que al leerlo me dé paz.
Ya desearía escuchar el sabor de la ternura, ver la intensidad de una caricia, oler el sonido del adviento, probar el retrato de la felicidad, palpar el perfume de una aurora boreal.
Ya quisiera conocer la humedad que dicen tienen las lágrimas y que éstas sean capaces de limpiar esa parte de mi alma que ahora se percude.
Ya tengo ansias de llevar a bolear mi sombra oscura sólo para que algo mío sea capaz de brillar.
Ya quisiera desear, anhelar, necesitar, ansiar, querer y que estas palabras signifiquen algo, aunque fuera por una sola vez.
Ya es perentorio escribir una plegaria en la cual creer.
Pero yo soy mi único Dios y me he perdido la fe.
Lorena Sanmillán
Monterrey, México
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