Premilinar al acto inaugural de la exposición "Abu Ghraib" de Fernando Botero en el Centro de las Artes de Monterrey el jueves 31 de enero del 2008, el artista colombiano fue entrevistado en vivo para la televisión cultural regia y, curiosamente también, para el público que esperaba se abrieran las puertas del recinto mientras expectante veía en unas pantallas gigantes (casi de estadio) la entrevista, bajo un toldo de blanquísima decoración cual interior de ataúd. Así es: Monterrey aísla al artista (internacional, así anunciaban al colombiano en la radio) para que los (pocos) asistentes no les pierdan el respeto. O sea que los medios invitan a que asista la Comunidad a un evento de talla superstar para que espere mientras se desespera y se autoboicotea en relación con su nueva virtud (desde el Forum) a ser sensible a la experiencia estética.
En fin, que a lo que quiero llegar no está más allá de la entrevista, mejor dicho: está al final. Monterrey no tiene miedo de proclamarse poser de a mentis, como dirían mis sobrinas. Víbora devorándose a sí misma por la cola. Pronto Monterrey ganará el record Guinness por la mayor cantidad de obras en reproducción Xerox del mundo. Nomás le falta su propia Torre Eiffel, me dijo Sergio el otro día que paseábamos por los jardines del Parque Fundidora. Y sí, es cierto. Pero pronto, le respondí, no te preocupes. Pronto nuestra propia Tour Eiffel junto al Horno 3 o junto a una cancha de futbol en el desértico Río Santa Catarina.
Para finalizar la charla con Botero el entrevistador externó el deseo regiomontano (que, según él, todos pensamos, todos hemos acordado): "que durante los próximos 100 años Botero pinte 12 horas diarias". ¿Cómo? ¿Qué nos dice esto? ¿Qué hay bajo ese velo de romanticismo arcaico? ¿Por qué todos queremos que el pobre colombiano pinte sin parar los próximos 50 años? Si hacemos cuentas, los regiomontanos (como el entrevistador aquél) estamos locos, un día natural tiene 24 horas, un día de jornada de trabajo tiene 8 horas, pero un día de trabajo en Monterrey tiene 12 horas.
¿Qué quiere decir el deseo regiomontano? ¡Productividad! No la calidad ni las ganas de vivir. ¡Productividad! Tan sólo la productividad y la exposición exagerada. Que Botero pinte 12 horas diarias por los próximos 100 años no es un deseo de humanidad ni de carisma por su obra ni efecto por nuestro reciente descubrimiento de la experiencia estética. Que Botero pinte sin parar los próximos 50 años forma parte del deseo políticamente correcto de la condena regiomontana. ¿Le gusta pintar, don Botero? Pues Chínguese: nosotros (los regiomontanos como el entrevistador aquél) le deseamos que lo haga hasta el asco. ¡Ay, qué bonita mi Monterrey!
2 commentaires:
A propósito de Botero, me da mucha risa esa exposición en una ciudad vapuleada por el narcotráfico, los secuestros, los comandos armados que entran como si nada a donde sea.
Cual Abu Grabhi--o como se escriba---, Monterrey City Beach
productividad: nos gusta, ¿pero que tanto producimos?
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