samedi, septembre 22, 2007

Los Tubos Cultural: I Remember: Je me souviens: Hago memoria


Los Tubos Cultural, septiembre 22, 2007
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Recuerdo cuando Rocío Cerón me contó que estaba traduciendo, junto a José Manuel Springer, el libro de I remember de Joe Brainard, que próximamente será publicado por la Editorial Verdehalago. Aquella ocasión representó apenas un encuentro espontáneo y aislado hasta que tuve la oportunidad de leerlo, primero por un fragmento del trabajo de Cerón y Springer, y luego por la versión original. Joe Brainard fue un artista estadounidense dedicado principalmente a las artes plásticas y, eventualmente, a las letras. Con I remember, publicado en 1970, Brainard planteaba una suerte de memoria en plan de experimento vanguardista donde su historia personal y la ficción trenzaran un libro testimonial de su época y, así mismo, contra el lenguaje al deshilar history de story.
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Me acuerdo de mi confusión cuando tuve entre mis manos Me acuerdo (Berenice, 2007) de Georges Perec, con prólogo, traducción y notas de Yolanda Morató. De inmediato pensé que se trataba del libro de Brainard, por fin traducido y publicado en español, no precisamente en la versión de Cerón y Springer. Después de mis tres minutos de alucine, caí en cuenta que en realidad era de uno de los eslabones que había (des)encadenado el I remember de Joe Brainard. Georges Perec, publicó Je me souviens en 1978, fue un escritor francés activamente ligado a dos movimientos de suma importancia para las letras, miembro de de Ou.Li.Po. (seminario, , de literatura, , potencial, ), y abanderado de Nouveau Roman (Nueva Novela).
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La publicación de ambas traducciones, muy cercana en fecha (aunque la de Brainard aún no esté a la venta), y muy lejana en territorios editoriales (la de Brainard por un sello mexicano, y la de Perec por uno español), nos habla de la necesidad y el acuse de recibo para con dos generaciones, dos testimonios, dos países, dos escritores que deben no releerse sino –quizá- por primera vez leerse en español. Curioso descubrimiento el de la lengua y sus reinvenciones: Brainard, estadounidense traducido en México, el país vecino; Perec, francés traducido en España, su país vecino. La traducción, al igual que el recuerdo, es un eco que reconfigura la memoria.
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Así, en las primera páginas Georges Perec le dedica su Me acuerdo a Joe Brainard por su Recuerdo. O sea: un escritor francés adepto a dos movimientos importantes y revolucionarios del lenguaje literario agradece a otro escritor estadounidense por su apuesta lingüística, no por acto del eco sino por el de la edificación de la memoria, el mismo que produce el eco en la cueva cuando alguien habla cualquiera que sea el idioma que hable: el eco siempre es un alargamiento del brazo lingüístico, del siamés que todos tenemos en el país vecino.
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Ambos libros están construidos mediante la forma retórica de la anáfora, que es la repetición de una frase o palabra al inicio de cada estrofa del conjunto (se trate de un texto o un libro). Por igual, el libro de Brainard y el libro de Perec nos hablan de las generaciones en las que desarrollaron sus obras, el cine que degustaron, la música, los artistas con los que compartieron los banquetes, sus recuerdos más privados y prístinos provenientes de la infancia y la adolescencia, época justa cuando no pensaban que serían parte indispensable de la historia. Así, como el acto propuesto por Brainard pero a la inversa: sus historias se volvieron la Historia.
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En el prólogo de Me acuerdo, la traductora Yolanda Morató fundamenta con una pregunta la tácita lejanía de ambos artistas: “¿Qué une a dos nombres separados por el océano, aunque unidos por una generación y por una muerte prematura, provocada por las dos grandes enfermedades del siglo XX, el sida y el cáncer?”. Los recuerdos, el mecanismo de la memoria, el artefacto del pensamiento y sus avatares que conmueven hasta la ira o el llanto. Ambos libros tienen como médula este ejercicio: hacer memoria. Traer a tierra lo que mantenemos en el aire, incluso con el temor de que pocos entiendan o comprendan, pues se trata de objetos quizá olvidados ya por las generaciones actuales, a la par, pasadas o futuras. Los recuerdos de la infancia de Brainard no son parecidos a los de la de Perec, ni a los de la mía. Las lecturas de ambos libros no son intercambiables, no por la similitud de la anáfora un lector puede omitir la asistencia a cada uno de estas memorias-objeto. El lector debe asistir como parte de un juego de habilidad mental.
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Hago memoria de mi propia existencia a través del otro, de los otros que, también, forman parte de mi biografía.
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Georges Perec, Me acuerdo, trad. Yolanda Morató (España: Berenice, 2007) 175 pp.

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