A ti, a él, a ella, a nosotros, a ustedes, a ellos, a ellas.
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Aunque no me respondas los e-mails, me estás respondiendo.
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Si me sumo a la fiesta y brindo con su vino, es pura cortesia.
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Que no me atreva a decir lo que me sucede no se relaciona con que esté sobreviviendo a la catástrofe. Dicho monstruo no merma mi valentía y ciertamente esto es apenas un fragmento de la nariz de la Esfinge.
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Que los premios y las flores y los corazones no me caigan por descubrimiento newtoneano no quiere decir que la ley de Murphy no exista.
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Aunque crean que me reducirán a la Baby Spice de esta historia, hace mucho que dejé de ser parte de la banda. Y como Paulina, no aceptaré el reencuentro.
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Este es el primer duelo en el cual no hay cadáver. Ya lo dijo al finalizar el poema mi amado Néstor Perlongher: "No hay cadáveres". Yo lo repito pues reafirmar pertenece al verbo renacer: No hay cadáveres.
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