Ojos azules. Labios rosas. Piel transparente. Un vampiro cualquiera. Nada especial para un fanático del Gothic-Dark-Metal. Apenas con un centimetro más de verga. Colmillos blanqueados con flour a diario. Me sonreía. Y yo lo único que quería era su mordida en mi cuello. Moretones. Marcas fieles de una noche en que me enfermara. Me deshilara como un sidoso sobre la cama empapada de sudor. Pero él pensaba en su fashion style definido por su metrosexualidad. Nada erótico para un globalifóbico. Para mí, era un vampiro maricón más de Europa.
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