Aún las noches corren sobre la sangre.
Las gaviotas se estrellan contra los cristales.
La Loire desemboca junto a mi cama.
Estoy esperándote en mi pequeño pedestal.
No quiero teléfonos ni máquinas de escribir.
Cuando arde tu imagen entre mis dedos.
Te desenvuelvo entre olivos negros.
Algún día regresarás.
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