El chico estaba cansado de no ser el protagonista. No figuraba en la lista de adolescentes acumulada por un pueblo donde la cultura, como dijo José Vasconcelos, termina donde empieza la carne asada. Esa lista abarca desde regiomontanos asesinos, sumisos, criminales, secuestradores, creyentes, drogadictos, millonarios, marginales, obreros, universitarios, y todos los jóvenes que engranan este hipocosmos definido por el canibalismo que se olvida de la vida en sociedad cuando el apetito. Él -nuestro chico, que puede ser cualquiera incluyéndome- estaba por cumplir veinticinco años, aniversario que sólo le recordaba que vivía una post adolescencia alargada con un deseo por lo próximo, lo futuro, lo consumible: la nada y el todo. Abrió su email y decidió con quiénes protagonizaría el libro: una antología de cuentos sobre la austeridad en la juventud del inicio del segundo milenio: origen de toda malicia y benevolencia de la humanidad.
Óscar David López
12 de marzo de 2007
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1 commentaire:
Suena interesante, David.
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